¿Qué puede unir en un libro a un psicólogo, un físico y un médico, referentes en sus respectivas disciplinas y con un alto y reconocido prestigio científico a nivel internacional, en su interés por explicar la microestructura de la cognición?
Sin duda, habrá muchos motivos para ello, pero solo uno necesario: una compartida tenacidad y en ocasiones atrevida actitud de ir más allá en el conocimiento del comportamiento humano, aun cuando eso suponga cuestionar los modelos dominantes en sus respectivas disciplinas. Es este inquebrantable y casi tozudo interés por el CONOCIMIENTO, venga de donde venga, lo que sirve de mortero para dar unidad y consistencia a este libro y a la labor de sus autores.
Esto es especialmente evidente en el campo de la psicología, tan encerrado aún en modelos desfasados y alejados, cuando no abiertamente enfrentados con la investigación. Es precisamente en ese hábitat, inhóspito, duro, aunque igualmente lleno de maravillosos descubrimientos por hacer, donde Dr. Marino Dávolos decidió explorar y crecer como científico comprometido, como si el destino hubiera querido hacerle una metáfora con su amada Patagonia de origen.
Hace un mes que supe que Julián venía de nuevo a España y accedió amablemente a mi invitación para impartir un seminario en la asignatura de Neuropsicología, impartida en el Máster de Psicología General Sanitaria de la Universidad de Córdoba. En su intervención nos presentó sus líneas básicas de trabajo, y tal fue el impacto que causó en los estudiantes, que nada más terminar, varias alumnas se acercaron para solicitar hacer una estancia en su laboratorio.
Su claridad expositiva, recogida de igual forma en esta obra de conceptos que aúnan la psicología, la física, las matemáticas y la medicina es admirable. Incluso algunos de los «neuromitos» o «neurochantas» (palabras que conocí leyendo a nuestros neurocientíficos argentinos) se esclarecen conforme avanzamos en su lectura. Todavía recuerdo a muchos de mis estudiantes confesando que después de la exposición del Dr. Marino Dávolos entendieron que una resonancia no es una fotografía del cerebro, o que la utilización de neuroimágenes no es únicamente el conocimiento de las bases cerebrales de ciertos procesos cognitivos.
Y es que no debemos confundir el sustrato (cerebro) o su medida (técnicas de neuroimagen) con el objetivo último, que no es otro que mejorar el conocimiento del comportamiento humano y sus procesos. De ahí que esta obra cobre especial importancia, al conectar disciplinas aparentemente poco relacionadas en la búsqueda de respuestas comunes.
Así, el Dr. Leemans nos presenta los fundamentos físicos de la captura de señales de datos de difusión y su aplicación a la psicología. Después de conocer el explore DTI… ¿quién dijo que la física no podía ser arte? Por su parte, el Dr. Foa aporta su experiencia en el ámbito de la neuropsicología, en la que destaca el relevante papel que juegan las técnicas descritas en este libro, tanto para el diagnóstico de la enfermedad de Huntington, Alzheimer u otro tipo de demencias, como para ayudar en la configuración de tratamientos, aspecto tratado por la Dra. Ledesma en el capítulo final.
Asimismo, para que este barco haya llegado a buen puerto, ha sido necesaria la aportación de esa no menos preparada tripulación de navegantes: Juan Cruz, Andrea Palma, Rodrigo Jaldo, Fernando Luna y otros tantos que, aunque no aparezcan sus nombres, saben que son una parte esencial de este viaje.
Una de las fortalezas de este trabajo es que el lector podrá comprender algunas de las valiosas aportaciones de las técnicas de neuroimagen al estudio de los procesos cognitivos y afectivos, conociendo sus bases técnicas, con la rigurosidad científica que caracteriza a los autores en todos sus trabajos. Tanto para los psicólogos que estudiamos el procesamiento afectivo y cognitivo como para la neurociencia en general, el conocimiento de la microestructura de la cognición supone una gran promesa.
Y si todo lo anterior no fue suficiente, como todo estímulo afectivo y emocional, su lectura moviliza una actividad neurovegetativa que no nos deja impasibles a aquellos que amamos la psicología y el estudio del ser humano en todas sus vertientes. De su estructura, cabe destacar la guía que se aporta al principio de cada capítulo para la comprensión de conceptos que pudieran parecer en un principio abstractos, así como las imágenes que clarifican y ayudan a que la lectura de cada uno de ellos sea más atractiva.
Desde que empecé a estudiar psicología hace ya 20 años, ha evolucionado mucho el concepto de esta, las teorías explicativas y la metodología usada, gracias en gran medida al desarrollo tecnológico. Los ámbitos de aplicación también se han ido ampliando y se ha hecho necesaria una forma de trabajo interdisciplinar, en equipo cooperativo, donde poseer ciertas habilidades personales como la apertura de mente, empatía y generosidad son imprescindibles, siendo este libro, la prueba definitiva de que los autores las poseen. Todavía hay muchas personas que consideran que la psicología no es una ciencia, y a tenor de la actividad y ejemplo de muchos de los psicólogos, no deberíamos extrañarnos de dicha impresión.
Trabajos como los desarrollados por los autores, vienen a contrarrestar tales ideas, siendo conscientes de que estos conocimientos son un escalón, no el último, sobre el que podremos subirnos para alcanzar una nueva y ampliada perspectiva sobre el conocimiento del comportamiento humano. Es esta actitud, humilde y comprometida, la única que puede mantener a los verdaderos científicos en el apasionante viaje a la Ítaca del conocimiento. Gracias por conseguir crear una obra que clarifica muchos conceptos que todos los psicólogos, científicos e investigadores del siglo XXI debemos manejar para comprender nuestra psicología que está pasando, permítanme el símil evolutivo, por una adolescencia complicada.